Luces Cuando se quema algún bombillo del hogar es bastante común que alguien se dedique rápidamente a buscar un bombillo de reemplazo, otros se dedican a salir rápidamente para comprar uno nuevo y bueno a veces otros dejan el bombillo quemado en el mismo lugar, tarea sin cumplir durante algún tiempo, o esperan cuando alguien más se dedique a comprar otro bombillo y cambiarlo. También hay personas que ya tienen un bombillo en su casa, de repuesto para estas eventualidades, son pocos, porque los bombillos suelen durar bastante. En casa de José Luis se quemó el bombillo de la lámpara de su mesa de noche, José Luis lee todas las noches antes de dormir con su lámpara encendida molestando un poco el sueño de Marianita. En la tarde de aquel martes de casualidad, jugando con el interruptor de la lámpara observó que la misma no encendía, entonces salió muy apurado a comprar uno, en Caracas aún hay lugares donde a esas horas de la tarde se puede conseguir un bombillo, de los que tienen luz como la del sol, amarilla. Al quedar solo el apartamento, que se ubica exactamente en el piso 7, muchas brisas soplaron aquella habitación. -¡Oh! Sagradas brisas, estoy muy agradecido de la frescura que brindan a esta habitación. Dice la lámpara con decoraciones medievales de la mesa de noche de Marianita. -Son muy buenas estas brisas pero ahora temo quedarme durante la tarde y en la noche sin luz, le temo mucho a las oscuridades, mi visión es sumamente mala para estar sin luz tanto tiempo, en una hora el sol se esconderá y yo quedare aquí, en medio de esta oscuridad. -Calma compañero, aquí desde lejitos te alumbraré. -No es lo mismo, temo mucho a las oscuridades y si Joseito no consigue el bombillo pasaré una terrible noche. -Si lo conseguirá, confía en mí. Caracas no le fallara ¿Qué haría hoy sin tu luz? -Se iría a otra habitación a leer y Marianita se acostaría temprano como siempre, la luz se me escapa.-Decía gimiendo la lámpara de José Luis- -Escuchemos algo de música mejor ¿Te parece? ¡Epa Tulio! Te agradecería infinitamente un poco de arte, del arte de los sonidos, por favor. -Está bien, pero yo escojo la música que quiero oír. Dijo la lámpara de José. El equipo de sonido se encendió con un volumen bajo y se colocó en la estación que deseaba Filo, la lámpara de José. Se comenzó a escuchar un piano lleno de trinos del segundo movimiento del segundo concierto para piano del polaco que relegado estuvo varios años de su patria, Chopin. Esta vez era interpretada por Rubinstein, maestría en la ejecución. Filo disfrutaba mucho de la música, su gusto es la música romántica y es que José Luis, lector nato siempre ha amado la música de Chopin, de Berlioz, de Lizst y de Clarita Schumann. Libros de historia de la música lee con frecuencia y Filo aprovecha de brindarle la luz que precisa para ello, además aprovecha de educarse en la historia. Adora este segundo movimiento, que sin duda podría hacer llorar a cualquiera, de alegría. Romina, la lámpara de Marianita no estaba tan a gusto y le pidió a Tulio que cambiara la música, su estilo es más contemporáneo, más caraqueño y otras músicas son los que complacen a Marianita, y así educo a su lámpara. -Espera a que termine esta pieza y la cambio-Dijo Tulio- Mientras aquella perfección armónica se hacía oír, comenzó una discusión muy bonita. -Romina ¿Qué crees que ocurra con nuestras vidas? ¿Existe algún infierno o un cielo para nosotros? Simples y pequeños objetos. -Tu pregunta me ha trasladado a muchos libros que desconozco, desearía un lugar después de una muerte que a veces ansió. Llevamos 6 años habitando esta habitación y pienso que podríamos vivir demasiado, solo aquí, brindando luz a los humanos que tanto queremos. -Durante el ostracismo que sufrió el florentino nunca nombro algún objeto en el infierno ¿O sí? -Creo que sí, recuerdo que el poeta que lo hace trazar senderos por aquel terrible lugar nombra muchos objetos, incluso el mismísimo Dante nombra puertas, ataúdes, lapidas, puentes, tridentes. Son objetos condenados a un infierno. Y en el cielo se dice con frecuencia que hay arpas, flautas, pequeñas sillas y tablillas, quizás hay espacio para nosotros. Durante unos segundos la reflexión se apodero del lugar. Y el silencio es cortado por un espejo que cuelga en la pared que está al lado de externo de Romina, la lámpara de Marianita. Espejo que ha perdurado varias generaciones en la familia Ocampos. -Disculpen mi atrevimiento, pero en tantos años de vida, más de 263, he visto tantas cosas y tantos humanos se han visto en el reflejo que produce mi cuerpo que desearía hablar con ustedes de este tema tan interesante. ¿Por qué desearían ustedes un cielo o un infierno? ¿No se sienten bien aquí? -Si me siento bien-Responde Filomeno- más sin embargo, creo que si vivo todo lo que has vivido me sentiría muy mal de vivir tanto, quizás la vida solo sea para vivir menos de 100 años como suele ocurrir con la raza humana, tanta vida no es necesaria, aburriría, es mi sencilla opinión. -A mí sí me gustaría vivir todo lo que has vivido, compañero que reflejas la belleza humana. Creo que lo disfrutaría mucho. -Pero piensa un poco, veras morir a todos tus dueños, ver morir a José, a Marianita, a uno o más hijos suyos, quien sabe, eso es terrible-dijo Filomeno- -Bueno tienes algo de razón, pero…¡Ay! Ya no sé, no deberías de pensar tanto-Respondió Romina. El espejo permaneció largo rato pensando y les comentó entonces que la vida merece un equilibrio, ni siquiera ellos deberían vivir tanto tiempo, la vida eterna no es cosa sana. Sus palabras generaron una gran discusión, debate ideas. De pronto, una rosa que José Luis había regalado el día anterior a Marianita, comenzó a llorar, sus gemidos y su depresión se hizo notar en la habitación. -Pequeña, ¿Por qué lloras?-Pregunto Filomeno- -Ella llora por esta conversación, nosotros lloramos porque vivimos mucho tiempo, pero ella vivirá poco, separada del suelo que la nutre, sus amigas coloridas y las pequeñas aves e insectos que la visitan a diario en los campos. Separada además del sol que esplendores irradia en sus pétalos.-Dijo el espejo- -Pero no llores pequeña, tu belleza es tan magnánima que aquí alegras nuestras jornadas diarias, razones por la que no quiero morir es por verte a ti. Tu vida vale mucho más que las nuestras, nosotros solo permanecemos aquí, en silencio casi todo el día, inmóviles, frágiles, esperando a que nuestros dueños nos visiten. En cambio tú alegras la vida de los hombres, que con desespero te buscan como si fueses la dosis de amor necesaria para despertar el pálpito de un corazón en específico, el de la mujer que aman. Así, Filomeno logro levantar un poco el ánimo de la preciosa flor, que a pesar de ello, soñaba volver a los campos, permanecer abrazada por el calor del sol, empapada por las lluvias, disfrutando del aroma de los campos, junto a su naturaleza, donde pertenece. El espejo entonces relató algunos cuentos que tenia de humanos enamorados que regalaban rosas y que terminaban siendo felices, procreando, amándose. Para así recordarle a la rosa su valor en la vida, mucho más significativa que la de estos personajes inanimados durante la mayor parte del día. Quizás nos regalan 100 años para aprender, ver a la luna caminar cada noche, conocer las bellezas y las atrocidades de la vida. ¿Hay infierno o hay paraíso? ¿O ambos? Particularmente este escritor considera que estamos en el paraíso y el infierno. Es el paraíso cuando nos enamoramos, cuando nuestras madres nos protegen y nos enseñan, cuando nuestras familias están unidas y se olvidan de las desgracias, cuando conocemos a la naturaleza más virgen, las aguas que a nuestros ojos pintan azules únicos, la nieve que cae en nuestras manos y nuestras lagrimas que compensan ese regalo al cielo, el verde de los árboles que vientos nos obsequian, cuando olvidamos el mal y la política de nuestros países, alejados en un lugar donde nadie nos puede hacer daño, nadie más que la naturaleza. Es el infierno cuando insultamos, cuando maldecimos, cuando nos atacan, cuando la violencia se apodera de nuestro alrededor, cuando leemos los titulares de los periódicos, cuando vemos gente morir de hambre, cuando odiamos, cuando dejamos que el dinero comande nuestros movimientos, nuestras vidas. Pero bien hay algo sumamente cierto, nosotros mismos podemos hacer que la vida en la tierra sea eternamente un paraíso ¿Podemos? Comencemos pues porque la batalla la estamos perdiendo, sin embargo hay todavía una gran batalla por librar contra el odio, contra lo que hace del mundo un infierno. 2do movimiento desde el minuto 15.
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AuthorMúsico, Escritor y estudiante En prensa:
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