Los días previos del viaje a Roraima fueron un poco delirantes. Ya tenía todo listo, salimos el 2 de enero en la tarde hacia Puerto Ordaz. Salimos 13 personas desde el terminal de Valencia, nos despedimos de nuestros familiares como si nos fuésemos durante años del país. Antes de subir el autobús de la línea Expresos Ayacucho (Escribo el nombre para que nunca se vayan en esa línea) el chofer guardaba nuestras mochilas en el maletero y nos quería cobrar 100 bolívares a cada uno ya que eran muy pesados, ¿Que considerado verdad? Preguntamos al chofer si haríamos alguna parada y nos dijo: -No para nada, vamos de aquí directo a Puerto Ordaz, si acaso una paradita en la mañana para comer. Traté de apartar puestos pero el resto de las personas se opuso, además me llevé una lista de nuevos insultos para mi casa y para mi madre, ¿ese es el venezolano que dicen que es alegre y considerado? A pesar de ello el grupo quedo medio unido, Vanessa, Rafa, Chiche y Alfredo si quedaron botados. Comenzó el viaje, la felicidad fluía, nuestras sonrisas lo declaraban deliberadamente, empezamos a echar cuentos y comer. De repente me empiezan a caer gotas del techo del autobús, según esto procedí a cambiarme de puesto, conmigo compartía el lugar Gustavo entonces ambos nos cambiamos a dos puestos libres que estaban adelante, los únicos que sobraban por fortuna. José Ces no tenía alternativa y quedo atrás, cuando el autobús echaba un frenazo una fuente de agua de origen desconocido fluía del techo justo encima de José Ces que quedaba bañado. No dijimos nada al chofer, de repente…primera parada de la noche, nada más que en el terminal de pasajeros de Maracay, al autobús de dos pisos subieron muchos pasajeros, y se terminaron de llenar los de arriba que quedaban vacíos, entre estos, los puestos que Gustavo y yo abandonamos. Livist, una de nuestras compañeras de estudio y viaje advirtió de buenas intenciones a dos mujeres cuyo destino estaba en esos asientos. Ellas un poco molestas fueron a reclamarle al chofer, el chofer se acercó a los asientos y obligaba a las pasajeras a sentarse en aquellos terribles puestos, para pasar nada más que toda la noche y parte de la mañana. Livist interrumpe: -Señor lo que pasa es que de ahí cae agua a cada rato El chofer de excelentes modales escupe ofensas a Livist, tratando de decirle que ese no era su problema o algo así y señalando el techo dice: -De ahí no sale más que una gotíca de agua o dos y un chorrito cuando freno, nada más, así que se me sientan ahí me hacen el favor. Vaya trato a una mujer El camino se hizo de sueños, Gustavo me mostró fotos que tenía de sus viajes a Asia y me echó cuentos de cada viaje, todos deberían tener momentos de su vida apartados para escuchar estos cuentos. El sueño llegó y nuestro sistema reticular hizo lo suyo. Nos paramos de nuevo en Caracas, por Fuerte Tiuna, cada parada nos hacía preguntarnos lo que sucedía ¿Por qué se detuvo el bus? Saliendo de Caracas se detuvo nuevamente el autobús, esta vez el chofer fue a buscar un baño por Guarenas. Logré conciliar el sueño, pero me desperté unas dos veces más en otras paradas de la responsable línea. Cuando desperté pasábamos por el Puente Angosturita y vi allí el Rio Caroní. Dormí un poco más y cuando llegamos a Ciudad Guayana tuvimos otra parada inesperada pero más justificada, paramos en el terminal de Ciudad Guayana. Siempre yo pendiente del maletero a ver que sacaban de él. Pensaba de vez en cuando en las pobres mujeres que llevaron un viaje empapado. Al llegar al terminal de Puerto Ordaz, salimos de golpe, solo deseábamos sacar nuestras mochilas. Buscamos rápidamente un bus para San Francisco de Yuruaní. Nada de nada, allí Cesar que había llegado horas antes nos decía que debíamos madrugar un día en Puerto Ordaz y comprar los pasajes en la mañana para salir la noche siguiente, una pérdida de tiempo brutal. Nos iba a cobrar ese bus 400 bolívares, lo pensé. Después de un rato en el terminal dando vueltas, Chiche nos comentó algo: -Miren, estoy cuadrando con un tipo ahí para que nos lleve ahorita mismo, nos está pidiendo 1200 por persona, no nos quiere bajar el precio más de eso pero vamos a seguir negociando ¿Qué dicen? La mayoría de acuerdo, entonces, decidí seguir la decisión de la mayoría. Tratamos de hacer que nos bajara el precio pero nada, fue la estafa de mi vida. Hicimos el trato con el estafador, ladrón, el demonio, como quieran llamarle. Nos dijo que serían 1300, la estafa seguía, pero seguimos sin decir mucho al respecto. Se escuchaban las queja de Gustavo, Chiche y las mías, de resto mucho silencio. Otro grupo de mochileros nos acompañó en la estafa. De ñapa tuvimos que salir del terminal a una estación de servicio que queda a una cuadra y esperar allí el bus. Al rato llega el bus, no era nada que valiera 1300 bolívares por persona, era un autobús normal, grande pero bastante usado, no era la gran maravilla, sin lujo o comodidad alguna. Nos montamos, mientras nuestra piel se cocía en el autobús del terror como le llamo Gustavo, vimos que un grupo de brasileros se montó también en el bus que había sido prometido solo para nosotros. No puedo expresar lo suficientemente bien las emociones que tenía en aquel momento, el papel no me lo permite. Antes de partir, el estafador 1 nos empieza a cobrar, 1350 bolívares por persona ¿No eran 1300 pues? Ahora subió el monto, nuevamente. Gustavo y yo nos negábamos a pagar 1350, ya estaba bueno de estafas, ya la mayoría había pagado sin protestar. Después de varios minutos de discusión, el apoyo a nuestra decisión fue tan nulo que nos rendimos ante la corrupción. Pagamos la cantidad. Salimos y más adelante (ya por Upata según mis cálculos) se montan dos individuos más en el bus, y uno de ellos da un breve discurso: -Bienvenidos todos, disculpen la parada, yo soy el dueño del autobús… Bueno ni modo, al menos no son dos malandros. Esperen, si son malandros, él nos está estafando. Pensé. Ya en camino, no llevábamos ni la tercera parte del recorrido y nos detuvimos en un restaurant -Señores aprovechen de ir al baño y comer que después de aquí no hay más paradas y el viaje es largo. Dijo el dueño del bus. Que poca confianza me daban esos individuos, la rabia que tenía guardada no me dejaba hablar, decidí quedarme en el bus, los brasileros también se quedaron, en general eran 4 mujeres y 1 hombre con los que hablé y así practiqué un poco mi bajo nivel de portugués. De pronto el autobús se apaga solo, sin más, expiro, fue su despedida y burla hacia nosotros que queríamos llegar temprano a San Francisco de Yuruaní. Cuando todos se montaron el chofer intento encender el bus y nada de nada, no encendía. Eran las 2:30 pm. Después de muchos intentos de reparación y un ataque de alergia que sufrió Chiche por una cachapa que se comió, seguíamos en el mismo sitio y nadie resolvía nada. Creí estar soñando por un momento: -Esta vaina tiene que ser un sueño, es que no se puede ser tan desafortunado, bueno quizás sí pero…es que nos lo buscamos al hacer el trato con estos ladrones ¿Qué será de nosotros? Hubo una pelea con uno de los mochileros que nos acompañó, un caraqueño, no se aguantó más este cuento y prefirió escribir algo de respeto en su historia, no le quisieron devolver ni un Bolívar, y con algo de locura y desesperación se retiró del autobús con una acompañante, otras dos personas y consiguió cola afuera, la fortuna estaba de su lado. Nosotros permanecimos allí tratando de reír, mientras tanto el dueño del autobús nos seguía mintiendo, decía que el problema ya estaba resuelto, que ya venía un técnico con la piecita que faltaba, todo estaba en orden entonces. En mi el silencio dominaba, no tenía mucho que decir, me guarde casi todo. Pero ese cuentico se repitió varias veces y el desespero nos alcanzó, José Ces y Gustavo a golpe de 5:30 pm amenazaron con llamar a la policía y allí parece que le tembló la mano al corrupto. Nos consiguió rápidamente otro autobús, nos montamos allí con desespero, nuestras mochilas saltaron de uno a otro y cargamos rápidamente el otro bus. Nos montamos y exclamamos “¡Adiós mala suerte!” -¡Si claro! Dijo la mala suerte que trato de arruinarnos el viaje, pero nunca pudo con nuestro ímpetu y fortaleza. Llegamos aproximadamente a las 3 de la mañana a San Francisco, cansados y con hambre. Pero todo ya en orden, solo montamos nuestras carpas y descansamos un poco, unas dos o tres horas. ¡Que día el que nos esperaba! En este relato detallo entonces, lo poco amable de muchos venezolanos, hay venezolanos inigualables como el Padre Sojo, José Ángel Lamas, el profesor Humberto Delgado, entre tantos. Pero la mayoría no es así, no es tan amable, no es coadyuvante, no es solidario. Muchos se quieren aprovechar de tu inocencia o no inocencia, escudriñan alguna manera de salir beneficiados de una relación social, es ese su objetivo principal, en este relato lo pudiste leer bien claro. Las últimas personas realmente amables y consideradas que creo que vi desde que sali del terminal fueron mis padres y los que padres que nos acompañaron en esa despedida aparte de mis acompañantes de viaje. Necesitamos en Venezuela un cambio de mentalidad pronto, ya que así el avance social es prácticamente inalcanzable, creo que si trabajamos en equipo, la corrupción nunca llegará a vencernos, aunque la partida parezca perdida. Venezuela es un país único, no permitamos que personas de tan bajo nivel sigan arruinando nuestro país. 4 virtudes necesita cada venezolano para hacer que Venezuela sea glorificada: Fortaleza, templanza, prudencia y justicia.
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AuthorMúsico, Escritor y estudiante En prensa:
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