¿Tú todavía estas esperando los treinta bolos? El viernes santo es recordado por la muerte de Jesús de Nazaret, se recuerda como aquel día el aclamado señor cargó en su espalda una cruz gigante de madera, el odio demostró poder hacer sufrir a un inocente ser, castigarlo de formas inimaginable hasta crucificarlo y disfrutar el derrame de su sangre, sintiéndose hidratados luego de ello. Sin embargo, posteriormente se demostró a la humanidad que ni siquiera el odio más grande puede triunfar sobre el amor, esto con la resurrección de Jesús. Han pasado más de 20 siglos desde aquello y hoy la fe se ha esparcido por el mundo, entonces la fuerza de esta creencia es sumamente grande. Acepto a esta creencia por ser una religión que ha cambiado durante el tiempo para bien, muchos de los castigos demandados al inicio de las escrituras han sido abolidos totalmente, proclamando el amor como su principal punto cardinal. Otras se quedaron en el pasado, aceptando el odio y la separación. Pienso que ese recuerdo de la historia de aquel viernes santo debería ser usado mundialmente para demostrarles a los hombres que el amor siempre triunfará al final de la historia y por ello deben usarla como su arma durante toda su vida. Hay cosas buenas y malas en cada religión ¿Por qué no tomamos las buenas, quemamos las malas y escribimos una buena biblia? Hace falta más unión para lograrlo, pero quizás algún hombre bondadoso este trabajando en ello. Entonces era viernes santo y la noche anterior el cielo nos regaló una lluvia torrencial que inundo todo nuestro material, corrimos en busca de un techo, una rama gigante cayó en la carpa de Vanessa atentando contra su vida, un grupo evangelista nos cantó toda la noche “el arca de Noé”, preparamos una humilde cena, reímos como nunca habíamos reído y dormimos en el sólido suelo de aquel restaurant en la Mucuy. En la mañana recogimos todo el desastre y seguimos nuestro camino. Esperamos la Jeep que nos bajaría hasta Tabay para allí tomar el bus hacia la ciudad de Mérida, soñada por mí durante largo rato. Allí me quedé largo rato viendo a un perro Mucuchíes pirineo que observaba la belleza de la verde grama y los pinos, al menos eso parecía. Eduardo mientras tanto hablaba con un guarda parques sobre la fauna y flora de la Mucuy y hacia muchas anotaciones en una pequeña libreta que llevaba en su mano izquierda mientras su derecha se encargaba de escribir aquellas palabras que sonaban de las cuerdas vocales del guardia. Esperamos a que bajara el resto del grupo hacia donde Eduardo y yo esperábamos, al parecer se habían conseguido con unos conocidos y allí se quedaron un rato más conversando. Cuando nos reunimos todos de nuevo, pasaron solo unos minutos para la llegada de aquella Jeep. El chofer nos abrió la puerta trasera de la Jeep y nos metimos como pudimos, apretados como sardina en lata. En el camino de bajada recogía más gente y ahora parecíamos atún en lata. Ok, el pasaje costaba 15 bolívares en teoría, sin embargo al parecer el chofer vacilo en el camino que nos cobraría 30 bolívares, esto debido a que nuestras mochilas ocupaban mucho espacio, al parecer nadie puso mayor atención en ello, excepto alguien, Rafael. Mientras tanto disfrutábamos de aquellos paisajes andinos, magnifica receta para curar la vista. Aquellas montañas adornadas de pequeñas casa de techos anaranjados, flores de diversos colores, amarillas, rosas, fucsias, rojas y blancas en general. Algunas cabañas hechas de madera, un verde que recubría todo el lugar, la humedad, la brisa que hacia el espacio más limpio, limpiaba todo lo que pasaba por su camino; los caminos estrechos de la carretera que nos hacían rezar en cada curva y ese aroma andino que siempre nos acompañó, esto era para mí un remedio que curaba la incomodidad que nos deformaba en aquella pequeña Jeep. -Yo le voy a pagar 15 bolos nojombre-Cuchicheaba Rafael El resto del grupo no sabía qué hacer, creo que la mayoría estábamos dispuestos a pagar los 30 o pagar 15 y hacernos los locos. En contraste, ¿Qué estaría pasando por la mente de rafa? Quizás una voz malévola que le decía: -¿Te vas a dejar estafar por ese señor? Igualito que en Valencia, que decepción Rafael, te doblo el precio del pasaje y lo vas a pagar como si nada, deberías más bien decirle algo para ver si así aprende ese ladrón, de ñapa los quiere estafar porque cargan las mochilas, eso no es justo, pana, haz lo que tengas que hacer, tu sabes. Por nuestra mente en contraste: Quizás una pieza o una canción que nos gusta mucho y nos hacía sentir más cómodos allí en ese frío. En mi mente una canción de Jazz, Noches tranquilas de estrellas tranquilas del trió de Oscar Peterson, una mente que se proyectaba hacia el futuro cercano, almorzar en Mérida y más tarde iniciar el camino por los nublados senderos del pico Pan de Azúcar. Cuando estamos llegando a la plaza de Tabay, donde nos deja el chofer en mi mente se empezaron a confundir con el jazz algunos violines que transmitían una expectativa con una interrogante ¿Qué iba a pasar? Primero se baja del auto una familia y luego comenzamos a salir todos, le dimos a Henry nuestra parte del pasaje para que el pagara por todos de una vez y así acelerar el escape, 15 bolívares fue lo que cada uno le dio a Henry. Yo baje mi mochila y escucho que Rafael dice entre dientes “Vamos a ver si dice algo ahora” o quizás lo imaginé. Tan pronto Henry entregó el dinero al chofer todos nos esparcimos por el lugar como moscas espantadas de su comida por un humano con una mano terrible y no deseamos volver más; vi que Eduardo entró a una iglesia, quizás a pedirle a Dios que nada pasara luego de lo ocurrido con el chofer, yo saqué mi cámara y empecé a tomarle fotos a la plaza de Tabay hecho el loco y el resto ni idea. Pero Rafa se quedó allí esperando a que el hombre contara todo el dinero y se diera cuenta que todos pagamos 15 bolívares en lugar de los 30 que él nos pidió. El chofer comenzó a reclamar entre dientes casi cuchicheando que estaba incompleto el pago y se quedó allí de pie como esperando algo, a la expectativa “¿Será que volverán para pagarme? Bueno veo que no” Rafael permaneció allí expectante también, algo tenía que hacer: -!!!¿¿¿Tu todavía estas esperando los 30 bolos???¡¡¡-Exclamo Rafael, de manera que desde la plaza donde yo estaba se escuchó completico-. Rafael continuo discutiendo con el señor un rato pero ya todos habíamos completado la “misión escape” No tengo los pormenores del resto de la pelea, quizás Vanessa los tenga. Luego entré a la misa y vi que Henry nos llamaba por que el bus a Mérida ya estaba llegando, nos montamos rápidamente en el bus y continuo el recorrido, recuerdo que al lado teníamos a un grupo de personas que conversaba en el idioma del pequeño gigante Napoleón. Después les cuento como fue todo cuando llegamos a Mérida y nos encontramos con Gustavo.
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AuthorMúsico, Escritor y estudiante En prensa:
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