Tonadas del mar Caribe Cuando los rayos solares ingresaron a nuestra carpa esa mañana, decidí salir casi de inmediato para apreciar la playa en su esplendor mañanero. Así salí y me di cuenta que la orquesta seguía tocando ¡Oh, incansables movimientos! ¡Incansable ejecución del océano! Tu objeto es regalarle algo bello a la humanidad ¿Te merecemos? ¿Merecemos tan preciada e infinita belleza de tus melodías? ¿Merecemos realmente tus colores y tus aromas excitantes? Quizás no todos las merecen, quizás no todos te aprecian realmente, no todos sabrán apreciar tanta belleza, la fulgurante luz que trasmiten tus colores marinos. Continuando con nuestro despertar, poco a poco los ángeles de los sueños fueron soltando nuestras almas y desde lo alto del cielo estas fueron cayendo hasta llegar a nuestros cuerpos. Al abrir los ojos y afinarse nuestros oídos, se escuchaban claramente los sonidos del tenue oleaje de esta playa. A Daniela y a Rafa el ángel de los sueños les hizo volar un poco más de tiempo por el espacio. Al despertar el desayuno fue el pedido de nuestros primeros latidos, para luego demandarnos continuar disfrutando de la belleza de Tuja. Nuevamente el grupo decidió ir al pequeño barquito a disfrutar de una tranquilidad mayor, esto debido a que en la playa comenzaban a hacer presencia más turistas con la llegada del astro solar. La playa dejó de ser nuestra nuevamente, sin embargo, a medida que el sol caminaba de este a oeste, esta se hacía más nuestra. El sol irradiaba con mucha fuerza sus rayos que herían nuestra piel. Echarse un chapuzón en el mar era lo mejor que se podía hacer en ese momento. Quizás algunas moléculas de agua, algunos pedacitos del mar que recubre la tierra desean plenamente reposar en algunos destinos donde la paz y la claridad prevalezcan, uno de estos destinos debe ser Tuja. Algunos pedacitos del mar Mediterráneo desean con fervor llegar a reposar en esta playa aunque el viaje sea largo y complejo, es parte del deseo natural. Quizás algunos de ellos han emprendido tan extenso viaje socorrido por vientos alisios que empujan su andar hacia el mar caribeño, lleno de bellezas descomunales. Atravesando el océano atlántico logran su objetivo luego de días llenos de obstáculos y fuerzas que le golpean tratando de desviar su punto cardinal. Sin embargo, este pedacito de Mediterráneo demostró al mundo al menos poseer 2 virtudes cardinales demandadas para ser bienaventurado, templanza y fortaleza. Así llegó de pronto esa mañana del 24 de agosto de 2015 ese pequeño viajero de agua salada y rozó con suavidad el cuerpo de una bella mujer, o quizás se revolcó encima de un pequeño niño dándole una palmadita como para empujarlo hacia la arena y así jugar con él. El agua aquí es tranquila en abundancia, no es capaz de hacer daño a nadie, por eso es un regalo inigualable que es difícil de hallar en el mundo y vastos caminos deben recorrerse para alcanzarle. Pasados unos minutos vi como Yael con unos lentes para ver bajo el agua se adentraba al mar, como una sirena que deseaba ver pequeñas criaturas que viven dentro de este celeste territorio. A veces salía para sacarse el mar de agua que entraba por sus oídos llegando a ocluirlos dejándola sin orquesta auditiva por largo rato, su orquesta en medio de la obra se vio vulnerada por la inundación que dentro de sus oídos hizo lugar, destruyendo momentáneamente sus instrumentos y ahogando a cada instrumentista que debió posteriormente recuperarse y poner todo el escenario en su lugar para seguir cantándole y tocándole hermosas piezas a la joven de rulos cabellos. Las pequeñitas “agua malas”, medusas que pican y liberan sustancias y toxinas que causan ardor y picazón sobre la piel de los hombres, se encargaron de sacarme varias veces del mar, sin embargo volvía a adentrarme, enamorado de ese azul y esa temperatura del agua tan ideal. Yael se acercó y habló un poco conmigo, me ofreció con su mano izquierda sus lentes, invitándome a entrar y ver las pequeñas especies que hacen presencia en el agua. Escuché pues una orquesta diferente, escuché la tonada del Mar Caribe, más tenue que la anterior, en la que muchos instrumentos guardan silencio, solo algunas flautas que tocaban pianissimo seguían en la obra, hizo presencia un piano de cola que notas muy sutiles pero notables hacía sonar, trinos esplendidos fueron su principal herramienta, las cuerdas con una intensidad muy piano seguían en la obra tratando de no interrumpir al perspicaz y habilidoso pianista. Debajo del mar pequeños peces pasaban frente de mí, de muchos colores y miradas diversas, amarillos, negros, rojos y grises eran sus colores con los cuales adornaban su mundo, un mundo totalmente diferente al nuestro y que perpetuos secretos esconde en sus profundidades. Al salir del mar permanecí conversando con la chica de tez clara que me hizo entrar en el espectacular mundo dentro del agua, al menos por pequeños instantes. Nos fuimos juntando todos poco a poco y a seguir conversando, cada uno tenía una historia diferente que contar, una palabra que decir que podía hacernos reír a todos por largo rato e ideas por compartir. Nacha, de piel morena y agudos ojos parecía sin duda la viajera más desenfrenada de todas, ella nos demostró ser capaz de abandonar toda la vida que se encierra en una sociedad para conocer el verdadero mundo, dedicándose enteramente a vivir de esta magnífica manera. Nos habló de sus grandes y alocadas experiencias alrededor de Latinoamérica y sus ideas ¡Qué fortuna de conocer personajes que nos irradien sus secretos! Creo que Condorito se debe sentir orgulloso de representar a este tipo de personas. Aquel día algunos pescadores nos regalaron muchos pescados, particularmente el bonito del Atlántico, los cuales ellos mismos nos ayudaron a destripar y cocinar. Todos compartimos del banquete que iba desapareciendo poco a poco. Mientras tanto, la pequeña Cacao se hallaba encerrada en la carpa de Gustavo, quizás fastidiada y molesta con su padre que a pesar de sus problemas le amaba y le cuidaba sin condición en aquella playa. De vez en cuando la sacaban a que paseara por la playa y conociera a los otros caninos que habitan la playa. Entre tanto el tiempo pasaba y debíamos conocer desde todos los ángulos el paraíso que se nos presentaba, decidimos entonces Henry, Luis, Nacha, Yael y yo, subir el pequeño cerro que al oeste protege la playa. Desde arriba apreciamos los colores más brillantes de la playa de Tuja, su rio, sus palmeras y su paz. Al bajar, el mar nos llamó de nuevo y retornamos así, cediendo ante su primer llamado. Sus temperaturas alegría infinita nos regalaban. El atardecer se aproximaba, habíamos prometido visitar unos pozos que Gustavo nos había descrito un poco. Desde entonces al salir del agua emprendimos un camino en el cual un pequeño amigo canino de pelos negros nos protegió de cualquier otro enemigo canino que se nos atravesara. Entre 15 y 20 minutos nos llevó llegar al pozo donde la mayoría ingreso después un gran salto de unos 4 o 5 metros de altura. El pozo de agua dulce nos hizo sumergirnos en mayores recuerdos, historias y naturaleza humana. Allí estuvimos poco menos de una hora escuchando nuestros cuentos y riéndonos con ellos, muy sanamente.
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AuthorMúsico, Escritor y estudiante En prensa:
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