La imaginación “La imaginación crea la realidad” Richard Wagner Martes 8 de septiembre de 2015 Al levantarnos comencé a moverme y hacer mil cosas, el frio que nos esperaba más arriba me recordaba lo difícil que sería hacer las labores más adelante. -Epa ya vengo, voy al baño-Dije- -¿Otra vez Miguel? Deja espacio para los demás-Decía Morales- Entre risas de todo el grupo, Gustavo me mostró con su mano el piolet recordándome que debo cavar un hueco para enterrar allí las inmundicias. Lo tomé y partí hacia la laguna Coromoto con el piolet y un envase para llenar de agua. Luego de llenar el envase caí en una nube de imaginación impresionante, una de las mejores. Me senté a observar las montañas, engalanadas con diversas obras de arte. Muchos escultores se destacan por sus composiciones en la piedra, a los lados de la Laguna Coromoto estos tallaron en piedra imágenes espectaculares. Entre tantas logré ver muchos rostros con cejas gruesas, agudos ojos, pómulos largos y anchos, barbillas extensas y narices anchas, estas, con miradas muy intimidantes me decían muchas palabras: -Atrévete a subir estas montañas, el día de hoy caerás, resbalaras y cansaras más que nunca. -Eres demasiado pequeño para este lugar, tienes un gran reto hoy, ya veremos de que eres capaz. -Deberías decirle a tus amigos lo que les espera, aunque no lo sepas, nuestros rostros reflejan más de lo que necesitas saber. Todos estos escultores se lucieron con su arte, uno de ellos, quizás el más tímido y joven del resto, pensando que sus composiciones serian de un nivel más bajo que el de sus colegas, decidió hacer la escultura más grande, para así destacarse de algún modo del resto. Este esculpió un oso frontino gigante, sus dimensiones eran tales que ocupaba este más de la mitad de la prominencia de aquella montaña, fantástica obra. El oso parecía descansar recostado de la montaña, mirando hacia el norte, con sus brazos recostados de su abdomen. Imponente decía: “Pequeños amigos, he aquí un paraíso, cuiden de él. Bastante he hecho ya por ustedes, agradecería un poco de silencio por las noches y menos odio entre los hombres que más abajo atormentan el aire” Luego de ver aquella magnánima figura decidí retirarme y hacer caso a sus palabras. El oso frontino (oso de anteojos, andino o sudamericano) es una especie animal de oso encontrada en la cordillera de Los Andes, caracterizado por sus manchas blancas alrededor de sus ojos, vegetariano y omnívoro, es principalmente conocido por su preferencia por las bromelias, este colabora especialmente a la naturaleza como polinizador, esparcidor de semillas y depredador. En la cordillera andina merideña ha sido cazado continuamente llegando a ser considerado como una “plaga” ¡Ah! Pobre el hombre que considera una plaga a la naturaleza más bella, serás tú la principal plaga de tu existencia. Se encuentra como una especie vulnerable a extinguirse, las palabras de aquella escultura me quedaron bien claras. El grupo lo considera como Winnie Pooh por ser conocido como un animal inofensivo para el hombre. Luego de un largo rato en esa contemplación decidí volver con el grupo -Ya no voy más al baño hasta octubre Las risas se multiplicaron y continuamos nuestro camino al paraíso, poco a poco acercándonos al cielo. Teníamos esta vez varios objetivos, el Puente Quemado, La piedra agrietada, Las Lajas, Las lomas de las ballenas, El tapón de la Laguna Verde y el Paso de Las Cabras para por fin llegar a nuestro objetivo. En el camino a puente quemado diversos pajaritos nos cantaban liricas bellísimas. Quizás un quetzal, quizás un paují, un tragón, muchos nos cantaban. Un colibrí chivito de los páramos nos cantaba bonitas melodías rapidísimas con semicorcheas, corcheas y tresillos: -Amarillo, Azul y rojo, la bandera de los logros, Andina, Llanera y costera, son las mujeres más bellas, la paloma gargantilla, me mira, me mira, me mira. Así, rapídito pasaba esa melodía, para de pronto desaparecer tan rápido como son estas aves; se vino de pronto una viuda de montaña a cantarnos melodías más lentas, con un legato brillante, mayor placidez y relajo. -La luna que se vendrá esta noche se desentiende de este astro amarillo que me quema, no te creas tan idolatrada, luna infinita… Y de pronto un quetzal cantaba una melodía que me parecía a la Preciosa Merideña que tantos venezolanos cantamos, allí me recordé de muchas bonitas mujeres que veo a diario en Venezuela y sobre todo de aquellas dos chilenas que en mi recuerdos se instalaban. “Linda mujer, escucha este poema, mi corazón, lo invade una pena, oye mujer, preciosa merideña, nunca pensé, darte mi corazón” El puente quemado es un puente de madera colgado con cabillas de un precipicio mortal, pasamos por allí sin problemas, aunque eso sí, agarrados de una cuerda. El viaje se hizo de muchos “¿Cuánto falta?” “¿Desde donde podremos ver el glaciar?” “¿Cuántas horas más o menos faltan para llegar?” generalmente preguntadas por Gustavo a Alfredo que respondía con una sonrisa “Falta menos”. La piedra agrietada y el paso de las lajas ponían a prueba nuestro equilibrio, ahora las vistas eran tan hermosas que necesitábamos menos paciencia que el día anterior, estas pinturas curaban nuestros ojos y limpiaban nuestra mente, íbamos con más fuerzas que hace un día. Me alimentaba por el camino con una bolsita de papelón rallado, un cereal y muchísima agua. Esperaba el almuerzo con ansiedad. Cada vez que sacaba la bolsita o el cereal le ofrecía a mis compañeros que sin dudarlo aceptaban ese poco de energía, en cada una de los descansos. Las lomas de las Ballenas son gigantes piedras en forma de lomas de ballenas, de consistencia muy lisa, estas hacen que cualquiera resbalé fácilmente. Apenas iniciando este paso resbale y caí, golpeando un poco mis rodillas, ese fue mi paso más difícil, resbalé unas 3 o 4 veces más durante ese camino, el barro se burlaba de mi diciéndome lo torpe que era, sin embargo, me levantaba con algo de furia y retomaba el camino, tomando uno más sencillo o escalando el mismo que me tumbo. Una pequeña frase que recolecté fue “Nunca pises la piedra que piso el que se cayó delante de ti” Al llegar al tapón de la Laguna Verde a eso de las 5 de la tarde el cansancio nos abrumaba, solo deseábamos llegar, almorzar y descansar en nuestras carpas. Esa laguna curó mis cansancios y decidimos continuar. Desde allí se puede ver la cumbre del pico Humboldt, por fin alcanzamos a ver nuestro objetivo, eso diría, pero en esta ocasión la neblina cubría por completo la cumbre y el glaciar, no pudimos verlo, con algo de tristeza continuamos el camino. Al parecer Freddy no aguantaba más. Solo faltaban unos 15 minutos para llegar a la zona de camping pero en una subida antes del paso de las cabras Freddy enfrentó a su paciencia reclamándole a Alfredo: -Bueno ¿Y cuánto falta pues? ¿No era hasta aquí la vaina? Ya estamos en la Laguna Verde, dijiste que hoy llegaríamos hasta la Verde. Ataque de risas nos apabulló a todo el grupo, que aun con todo el cansancio que tenía empezó a reír a carcajadas que retumbaban toda la Sierra Nevada, todo por aquel comentario. El paso de las cabras es una cuesta empinadísima en la cual el camino esta hecho de pequeñas salientes pétreas en las cuales apenas se puede apoyar los pies, se debe pasar con el cuerpo adherido a aquella pared de piedra para poder pasar. Al llegar a la zona de camping montamos todo y comimos humildemente pan con sardinas. La neblina nunca abandonaba el lugar, esa noche la pasé casi rezando a la naturaleza y a Dios por que despejara y al día siguiente ver por fin el glaciar del pico Humboldt. Esa noche la brisa sopló con mucha fuerza tratando de sacarnos de aquel lugar, quizás para meternos miedo, quizás para probar nuestras fuerzas. Poco fue lo que dormí con esa brisa golpeando con mucha fuerza la carpa en que estaba. Mis sueños me hicieron ver una mañana muy oscura y gris, en la que al salir a ver el glaciar, el gris dominaba tanto aquella belleza que no podía verse ni un pequeño pedazo de aquel glaciar, en un momento empezó a desaparecer la niebla, parecía que el glaciar trataba de iluminar el espacio para poder ser visto por mis ojos, pero la niebla y esas nubes caprichosas seguían escondiendo la belleza tan blanca y pura de la nieve venezolana, parecía una pesadilla.
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AuthorMúsico, Escritor y estudiante En prensa:
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