El mensajero del sol
Fue encomendado hacia el sol, por ser el más grande, por ser el que más alto podía volar. Vultur gryphus, El cóndor andino. Cada mañana el ave voladora de mayor envergadura (Para algunos) se dispone a darle al sol la fuerza necesaria para emerger e iluminar los cielos, terminar con las noches que oscurecen las ideas de los hombres. ¿Podríamos vivir sin la luz del sol? Aparentemente queremos probarlo. Los caminos me llevaron derechito hacia el refugio del aparentemente último cóndor andino que existe en Venezuela. En el estado Mérida, en lo alto del Valle de Mifafi habita “Combatiente”, último cóndor que en posición de vuelo se posa sobre el escudo del estado. Paradójicamente el mismo no puede emprender vuelo, está encerrado en una jaula, encarcelado. Tristísimas escenas invaden aquel escenario, el ave voladora de mayor envergadura en el mundo (al menos para muchos), mensajera del sol y hábitat de la energía necesaria para poder hacerlo relucir cada mañana, está encerrado en una pequeña jaula, donde a diario turistas se acercan a verlo, algunos con mucho respeto, otros con indecencia, burlándose del planeador, como si fuese un pequeño robot que debe hacer lo que se le ordene: -Pajarito, vuela pues, vuela pajarito ¿Te crees muy macho no? ¡Vuela pues pendejo!-Gritaba un turista con acento maracucho (habitante de la zona más occidental de Venezuela, de la ciudad de Maracaibo, estado Zulia), mientras golpeaba la reja que encarcela al personaje principal, vestía ropas coloridas y cargaba en su mano derecha un termo del que bebía un líquido cada medio minuto. En toda la entrada del valle de Mifafi (Lugar de los vientos), justo al lado de la cabaña de guardaparques, diez metros cuadrados (o menos) de un espacio con pequeños murales de piedras grises que miden menos de un metro y medio, enjaulado en un espacio más pequeño, posado sobre una piedra que mide más de 3 metros y que el tiempo y las condiciones han hecho que se quiebre uno de sus pedazos, allí se encuentra “Combatiente”, un pequeño cartelito de madera delata su brillante nombre a todo el que pasa por esta zona, que en temporada es transitado por muchos turistas en busca de una foto del encarcelado animal, un chocolate caliente, un calentaíto u otro suvenir que a 5 metros de la jaula se puede conseguir en el puesto que parece estar comandado por una amable andina, Lucila. Pasa los días encerrado, desde la pérdida de dos de sus crías que fueron encontradas en lo alto de Perú, fueron cerradas totalmente sus puertas, ahora vivirá el resto de sus días enjaulado. Es aparentemente el último cóndor andino en Venezuela, ya su extinción en el país está dada por hecho. Permanecí dos días soportando el inclemente frío que agobia las cercanías del valle, donde en la noche puedes dejar una taza con la mezcla gelatina y en la mañana encontrarla lista. Durante las tardes cuando el vulgo se había retirado ya del lugar, permanecía unos minutos frente a la jaula, intentando comunicarme con el ave que con su rostro refleja claramente su inconformismo ante su vida, pasa el día entero sin decir una palabra, acicalándose, mirando con aparente rabia a los turistas que de él se burlan, a los que se divierten como si fuese un payaso. Molesto por las fotografías, silente permanece. Varias veces intenté dirigirme a él, pero siempre se volteaba, volteaba su mirada, indignado escondía su realidad. -Maestro, disculpe, ¿puedo hacerle una pregunta? No encontré respuesta alguna, solo me mostró su dorso desde el cual se veía su rostro viéndome de reojo. -Disculpe señor, una pregunta rápido. Silencio. El frío y el hambre me llevaron de vuelta a mi carpa donde comí y acudí al mundo de los sueños, interrumpido en diversas ocasiones por el frío. La tarde siguiente intenté nuevamente conversar con el gigante de los aires, una pregunta en cuestión me carcomía las ideas. -Épale ¿Cómo está todo? Disculpa que te moleste de nuevo ¿Puedo hacerte una pregunta? El ave se volteó lentamente y asintió con su cabeza. -Te agradezco mucho, nuevamente me disculpo ¿Cómo lograste llegar al sol? ¿Cómo alcanzaste un astro tan lejano? ¿Cómo sobreviviste a las insoportables temperaturas? ¿Cómo haces cada día para hacer que el sol alcance nuestras pupilas? Unos segundos bastaron, el ave expandió sus alas al máximo y me miró fijamente. -Tú mismo lo has dicho varias veces, no vale la pena dedicar la vida entera a comprender algunos misterios, como el amor, no tiene explicación, aunque lo intentes explicar desesperadamente nunca podrás desglosarlo por completo, hay algo que el alma no puede escribir ni decir con palabras, así es mi historia, va más allá de lo que escribieron los hombres, sólo los hombres más sabios pueden ver más allá de lo común ¿Puedes ver más allá? ¿Somos capaces de comprender el verdadero sentido de la vida de esta especie? ¿Es su sentido estar allí encerrado? Ni siquiera eso podemos responder. Aquella noche la pasé conversando con una guardaparque sobre miles de asuntos, entre ellos la preocupación de “Combatiente”, ella también ha podido comunicarse con el gigante, pero sus conversaciones no me fueron reveladas. Esa noche llamamos con la imaginación al pequeño Chivito de los páramos (Oxypogon guerinii). En la mañana siguiente apareció en el jardín de la cabaña repentinamente una señorita de la especie imaginada, se paseaba por las flores buscando un poco de néctar que en esta época ya escasea. A velocidad se despidió sin mediar palabras. La vida del glorioso cóndor andino se despide poco a poco de los venezolanos, valorar su existencia ha sido un asunto poco atendido, algunas organizaciones como Bioandina se han dedicado a recuperar la especie en toda la cordillera de los Andes, pero Venezuela parece ser el talón de Aquiles, Combatiente es el único cóndor andino vivo que se conoce en nuestro país, se encuentra en Mérida, el estado que en su escudo ha decidido colocarlo, pero Mérida ¿Qué harás cuando su vida se agote? Miguel, si tú no pones un grano de tus ideas no podrá suceder nada más que su desaparición física, su esencia permanecerá pero nunca más veras su vuelo altísimo sobre Venezuela, nunca sabrás como hace salir el sol, nunca entenderás como logró llegar al sol.
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En esta sección les hablo un poco más allá de los viajes, buscando el por qué de cada lugar que visitamos y la flora y fauna que nos podemos encontrar en cada lugar, además de algunos misterios viajeros que aún nos pellizcan las ideas.
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