Conversaciones con un perseguido
En los lustrosos valles de la Sierra de Santo Domingo en Mérida se encuentran personajes los cuales son perseguidos a diario por cazadores furtivos y caninos que innatos asesinan cortando las carnes de los cazados, burlados por turistas que los ven como un pequeño trozo de carne. Pero así también existe la contraparte, los que aman la presencia de estos seres perseguidos. El 6 de enero, conocido por muchos como el día de Reyes, en “soledad” encaminé mis pasos hacia aquel reluciente valle que nos lleva hacia la Laguna la Victoria, recuerdo glaciar que artificial formó el hombre en el pequeño valle. Musgo, barro, un sol fulgurante, frío seco, cielo azul celeste, azul total sin acuarelas, verde vivo en la naturaleza, cantores de la montaña generaban ondas en el aire que alcanzaban los oídos de los afortunados que por aquellos se aventuraban, el camino separó la vida humana de aquel sublime lugar, sólo mis pasos tuvieron la fortuna de repartirse por aquellos senderos. La energía parece diluirse con mayor velocidad cuando el calor de la compañía de los amigos y las risas que de ellos circula escasea. Abandoné ese pensamiento y guíe mis ojos hacia los frondosos bosques. En un momento observé un punto blanco, limpio, un pelaje húmedo en el fondo de mi campo visual, bien en el centro, se posó allí una especie bellísima, que quiso ser el centro de atención ¿o no? “¿Qué estará haciendo ahí ese caballo? Es bien raro ver un caballo por aquí, creo que me meteré por ese atajo para llegar más rápido a hablar con Pedro. Ya va, eso no es un caballo” Mi vista se enfocó con precisión en aquel punto, no era un caballo, dos cuernos con una forma esculpida de manera preciosa por pequeños ángeles que durante años edificaron aquellas formaciones se me presentaron con sorpresa, los ángeles que aun hacían adornos a los cuernos se retiraron de un puf. Era un Venado paramero (Odocoileus lasiotis), que fijamente me veía a unos 10 metros de distancia. -Epa ¿Tu qué ves? ¿Eres gafo o qué?-Exclamó el señor- -¿Cómo que gafo? ¿Tú no respetas?-Le respondí -Cónchale hermano, estoy comiendo, ¿A ti te gustaría que te vieran fijamente cuando estas comiendo? Eso fastidia pana -Está bien pues, disculpa, pero yo no sé qué hablas tú, hablas como venezolano pero eres más estadounidense que un carpintero de cresta roja. -¡Pana! No confundas, esos fueron mis antepasados que vinieron de allá, yo soy más venezolano que el chigüire que te has comido ¡Sucio! -Ah bueno, mucho gusto señor ¿Cómo se llama usted? -¿No me vas a dejar comer? ¿Qué es eso que sacas del bolso? -Es una cámara, solo te tomaré una foto -¡Ah broma! Ahora si me acomodé yo. -Dime cómo te llamas y listo, venado necio ¿o te pongo Rodolfo? -Menuda ridiculez, aquí siempre echamos chistes de ese tonto cuento del reno de la nariz roja, pero fíjate tú que tenemos que estar todos separados porque nos cogen para cacería, de paso andan un poco de perros matándonos, ¡Parecen locos esos bichos! a mi si me provoca meterle un cacho por…bueno darles bien duro para que respeten, yo si los he corrido de aquí, pero si me agarran entre varios no tengo nada que hacer. Y bueno contra los cazadores si no hay nada que hacer, más bien tu ponte las pilas porque al estar cerca de mi pueden dispararte a ti, si, es mejor que te vayas ¿Cómo es que te llamas tu chico? -Miguel, ¿Con quién tengo el gusto? -Ponme el nombre que quieras Miguel, mi nombre no importa tanto aquí, cuando nos matan nadie dice “Que bien que mataste a Juan” “¡Que sabroso sabe Rodrigo!” “María tenía mucha grasa”, te digo que te muevas de aquí. -Chamo pero más bien cuídate, estas metido en una parte donde pasa todo el mundo. -Mira ¿Tú crees que yo soy gafo? Ahorita no hay casi gente por aquí, los árboles que se cayeron le cerraron el camino a la gente, eres el único que he visto en toda la mañana, te vi como cinco veces y tú viendo al piso, nosotros siempre los vemos pero ustedes andan en su mundo. Es más, las cosas que hablabas contigo mismo me parece que están bien erradas, creo que deberías tratar de quedarte más tiempo en la montaña, no vas a morir, solo pasaras un poquito más de frio, toma mi consejo, no te vayas antes de los tres próximos soles, te vas a arrepentir si lo haces, yo soy medio vidente. Comencé a reír por lo último que me dijo ¡Un venado adivino! El venado al escuchar mis risas volteó la mirada y siguió comiendo su vegetariano alimento. -Bueno chamo, me voy, cuídate, espero que tu vida sea prospera, no te molesto más. -¡Ah sí! Dale pues, no digas a nadie que me viste es lo que es. Mándale saludos a Julmar, ese pana siempre me lo consigo. -¿Julmar? No sé quién es. Bueno dale. Aun con mi escasa creencia religiosa decidí que mi regalo de Reyes fue encontrarme con este señor. El venado matacán fue traído de tierras estadounidenses a Barinas, desde los llanos se distribuyó a diversos lugares del país, incluyendo la gélida zona de la cordillera andina, allí se diferenció convirtiéndose en una especie endémica de Colombia y Venezuela, puede hallarse en los bosques nublados Mérida, Trujillo, Táchira e incluso el estado Lara. En general son color gris oscuro, característica que le brinda aún más belleza. Los machos suelen ser cornados como el que encontré. No debemos confundirlo con el venado Matacán andino que es de color rojizo, por lo cual se le conoce como candelillo. Aquello de Matacán viene del hecho que ellos suelen alimentarse del fruto del árbol Matacán que se halla sobre todo en el estado Zulia, en las cercanías de la sierra de Perijá. Ah bueno, algunos también le llaman Locha. El paramero se encuentra en el libro rojo de especies amenazadas con la categoría de “En peligro”, se desconoce su población aproximada debido a que la cacería ilegal ha hecho estragos mermando gran parte de su población. Los perros que habitan las zonas aledañas a la sierra de Santo Domingo están también acabando con su población al matar a los venados que sucumben ante la mayoría canina. Por este motivo algunas instituciones han decidido exterminar a los canes de la zona y educar a los pueblerinos para evitar la reproducción exagerada de los mismos y su abandono en los valles. Tristemente me enteré de una terrible noticia, el perro “Mifés” que acompañaba generalmente a los andinistas a subir los picos de la sierra fue parte de la labor necesaria para proteger la vida del venadito, fue asesinado por un bien común, triste para algunos, aun mis lágrimas no salen de los ojos, pero sé que pronto cuando vea la foto que tengo con el pequeño amigo caeré en llanto, quizás lo mejor sea sonreír por haberlo conocido, tuve esa dicha. También tuve la gran dicha de conocer a este venado que templado se quedó mirándome largo rato, reconoció de hecho que yo nunca podía ser una amenaza para él, conversamos un rato y luego decidí dejarlo en paz, su soledad le hace feliz, esa fue otra lección que el cérvido anotó en mi libro de lecciones aprendidas. La cacería es cruel, una guardia de INPARQUES me informó hace unos días sobre el hallazgo en el camino hacia la laguna La Victoria de las pieles de un venado, asesinado por cazadores que sin piedad le dejaron un mensaje al mundo “Seguiremos asesinando a sus venados ¿Creen ser capaces de salvarlos?” Si somos capaces, ni una palabra más, la acción será nuestra labor.
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En esta sección les hablo un poco más allá de los viajes, buscando el por qué de cada lugar que visitamos y la flora y fauna que nos podemos encontrar en cada lugar, además de algunos misterios viajeros que aún nos pellizcan las ideas.
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